Justo cuando cree que ha terminado de rastrillar las hojas, una ráfaga de viento puede esparcir sus montones, sacudir sus árboles y hacer más trabajo. Quemar estas hojas puede ser un trabajo menos agotador que embolsarlas o compostarlas, pero antes de encender un fósforo, comprenda las reglas y los riesgos.
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Primero, verifique el código de incendios de su municipio para conocer las restricciones sobre cualquier tipo de incendio al aire libre. Se puede permitir una "quema cerrada" en una estufa o una chimenea, pero no siempre se permite "quemas abiertas" en montones expuestos. Estos contribuyen a la contaminación del aire y potencialmente pueden convertirse en un incendio incontenible. Pero si están permitidos y aún no lo han disuadido, al menos siga estos consejos para la situación más segura posible:
Opte por un método de combustión más contenido utilizando un gran tambor de metal conocido como barril de combustión con tapa.
O bien, realice la quema al aire libre en algún lugar de su propiedad que esté al menos a 50 pies de las casas más cercanas y con un buen espacio libre por encima de la cabeza. Limite el tamaño de su pila a no más de 4 pies de diámetro por 4 pies de alto y solo queme las hojas secas, porque las húmedas producen más humo.
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